domingo, 14 de noviembre de 2010

Palabras Desnudas

El amor: La síntesis del existir, de soñar, de seguir o simplemente de parar. El amor: Se construye y a la vez se destruye, se arma y se vuelve a desarmar. El amor: La locura del todo o nada o la locura de hasta siempre y hasta luego.
El amor nos quita la posibilidad de pensar. No existe la cabeza en el amor. En los primeros días en los que las ganas aumentan a pasos agigantados, y los nervios y las ansias por seguir una persona hasta lo más profundo de su vida, nos hacen relajar a un estado puro y también nos condenan a sentir vergüenza y timidez. El amor encuentra dos personas amables que se unen para dar encuentro a algo que no se puede explicar. Ni el mejor periodista del mundo, ni el más nombrado escritor del planeta puede jugar a decir lo que es el amor. Más que estas palabras que las sabemos todos, más allá de esto, solamente es sentir y no leer.

El amor cura hasta las heridas más profundas y las arregla para dar pié a una nueva chance. También el amor quita todo eso y deja un sabor amargo en cualquier tiempo de plenitud felíz. El amor conquista a los seres más neutros del mundo, dejándolos en jaque por creer que eran los más rudos dentro y fuera de su piel. Pero los deja latentes por sentir eso que jamás quisieron creer o simplemente negaron sentir.

El amor habla por sí solo y actúa por sí solo. Las acciones que suceden a través del amor no tienen perdón ni disculpas. No se exigen buenas sonrisas ni se clama por lágrimas. Lo hacemos y lo hacemos, sin pensar lo que del otro lado puedan llegar a pensar o hacer.

El amor pide siempre un poco más, y cuando un cuerpo recibe amor, es el ser más felíz del mundo. Sin competencia alguna, la verdadera fuente de alimentación en el organismo de un ser humano siempre, ante todo, será el amor.

El amor grita siempre y nunca debe callar.
Jonatan Saiz

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