sábado, 9 de octubre de 2010

Palabras Desnudas

LA SINCERIDAD
Ser sincero cuesta horrores. Solamente para los que no lo son. Y para otros la sinceridad los excede en tal punto que desean no serlo tanto o en forma completa. La sinceridad parte de la base que la mentira no existe para aquella persona y la verdad se planta en cada palabra escupida por el conductor del tema. El receptor las recibe, bien o mal. Las consecuencias puede no ser ninguna o pueden ser muchas.
La sinceridad en la Real Academia Española se define como el modo de expresarse libre de fingimiento. El ser humano necesita de la sinceridad, a pesar de que en algunos casos la verdad puede ser mejor que la mentira o el ocultamiento. Todos poseemos virtudes y desventajas en nuestro propio accionar de vida. Y Chocan contra las ventajas y defectos que la otra persona tiene. La realidad se basa en hecho y la verdad se crea con esos mismos hechos. Ser sincero cuesta, pero cuando se logra su cometido se disfruta. Sin festejar, sin sonreír, por dentro sabemos que los que somos sinceros tenemos una virtud que nos relaja por más dolorosa sea la declaración que vamos a decir o el hecho que vamos a cometer.
En la sinceridad no existe “el vuelta atrás”. La sinceridad puede enamorar o destruirte, pero cuando decís algo y en esa frase nombras la palabra “sinceridad” hay algo que no te dejará chance de volver el tiempo atrás. LA VERDAD YA DEJÓ DE ESCONDERSE. Todos tenemos talentos escondidos y talentos a la vista de todos. La sinceridad no se ve, se hace. Se construye con el mismo poder que tenemos de ser el antónimo de sinceridad: ocultar, mentir, no ser leal.
Las personas que prefieren no ser sinceros no les gusta que les sean sinceros. La otra gente que prefiere ser sincero queremos que nos sinceren todo, por más doloroso que sea. Algunos prefieren esquivar, otros, chocar con la realidad. La repetición de sinceridad en este texto es intencional, solamente para tratar de entender que la sinceridad y la verdad van de la mano, casi como eternos esposos. La mentira y el ocultamiento también. En uno está la acción de ser lo bueno o lo malo, y lo repito por última vez, por más doloroso que pueda llegar a ser.
Jonatan Saiz

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